Un suave chamamé tiñe la tarde de rojo el pueblo mientras los vecinos sentados en las puertas de sus casas tomando mate, deliberan sobre el corte de electricidad que empezó a la siesta y que aún dura. La Juana, con la solera floreada y escotada, ceñida al cuerpo y en sandalias rojas cruza la calle con un suave andar en diagonal enfilando para el kiosco. «Dicen que anda con el almacenero» murmura en lo bajo tapando la boca con la mano mirando hacia un costado a Maria, la vecina del fondo.…