¿Que dirías si un día el gobierno te avisa que en poco tiempo un pueblo va a desaparecer debido a la construcción de una represa? Si, es un hecho planificado y encima te lo están avisando.
No es la desaparición de un pueblo, es la desaparición de recuerdos, de generaciones de trabajo y esfuerzo, es la desaparición de tu querencia, del lugar donde vistes crecer a tus hijos. ¿Puede acaso esto ocurrir en Argentina? Tenemos memoria corta y a veces nos olvidamos que mas allá de la Avda General Paz, la avenida que divide la capital de la Argentina y el interior del país, también puede y de hecho sucedió.
«No andés cambiando de cueva; La querencia, ese lugar donde echamos raíces que a través del tiempo guarda recuerdos e historia. El Martín Fierro en uno de sus fragmentos dice así:
hacé las que hace el ratón:conserváte en el rincónen que empezó tu esistencia:vaca que cambia querenciase atrasa en la parición.»
¿Pero que pasa cuando no es tu voluntad cambiar de querencia? He viajado muchas veces a Federación en la provincia de Entre Ríos y cada vez que voy no hallo una respuesta al sentimiento de ver la historia y recuerdos enterrados bajo agua. Y quizás no hay una respuesta que buscar. El arraigo y desarraigo de las personas no es algo que muchos pueden lograrlo rápidamente. Como decía Sergio, federaense de nacimiento y de familia, un entrerriano de pura cepa, siempre de buen humor con esa chispa que los caracteriza. Preocupado por el calor, por su familia, por el trabajo, por su ciudad y por la temperatura del agua del mate. El era muy joven cuando vivenció el desarraigo, la perdida de los recuerdos materiales que ahora solo quedan en su memoria. La perdida de sus vecinos para acostumbrarse a los nuevos. Vivir en una nueva casa pero no necesariamente fue un nuevo hogar. Porque nada reemplaza al hogar.
Ingresando a Federación se ve un diminuto cartel hacia la «Antigua ciudad» tan diminuto y sin relevancia como queriendo esconder un pasado que muchos no quieren recordar, como un pasado superado, como un pasado que nunca mas volverá. Sin embargo, cuando el lago baja, muchas personas retornan donde era su querencia para buscar algún pedacito de los escombros que quedaron, como intentando recobrar vida y ver si esas piedras sepultadas pueden dar algún indicio del porque les tuvo que suceder.
Sergio, con los recuerdos reflejados en sus ojos, me comentaba que la Antigua Federación con sus 5000 habitantes, hoy es una ciudad de 20.000 y que por allá en 1979 sufrió la decisión irreversible de un gobierno que necesitaba dar algún tipo de solución a los federaenses que iban a perder su querencia. Es importante tener en cuenta que la decisión se tomo en los años 40 cuando el gobierno de Peron y el gobierno de Uruguay deciden construir la Represa de Salto Grande.
Ya a fines de los años 70 había que hacer algo. Mudarse si o si a una ciudad pre-fabricada, sin plaza, sin césped, sin hormigas, sin recuerdos, sin historia. Había que construir una nueva historia entre todos. Pero ¿como hacer para construirla? no se puede construir una historia sin plaza. La plaza es el punto de encuentro de niños, enamorados, carnavales, desfiles patrióticos, picnics de primavera. La Plaza de una ciudad o de un pueblo como lo fue al momento de la creación de la Nueva Federación, es, como toda plaza, testigo de los años y recuerdos. Es testigo y protagonista de la convivencia e idiosicrancia.
Me pregunto: ¿Como reconstruir un pueblo, cuando hay que conocer los nuevos vecinos que ya se conocían pero no eran vecinos, la nueva escuela, la nueva casa? Y solo quedan dos opciones: o me hundo con el agua o se resurge como el ave fénix. 5000 federaenses optaron resurgir, pero siempre con ese dejo de nostalgia.
Ya pasaron muchos años de aquel momento y el agua de algún modo devolvió lo que quitó. Constituida como una ciudad termal desde 1994/5, donde todos los años miles de personas veranean en la ciudad que ofrece tranquilidad, buen clima, paz y naturaleza. El agua termal, una de las mejores de la Argentina y explotadas por el municipio ya que esa fue una de las premisas: que no ingrese el privado a explotarlas. Algo así como un patrimonio de los locales. Solo quedan vestigios de las primeras casas que ya fueron remodeladas y adquiriendo una nueva identidad poco a poco. Algunas siguen igual. Pero con el tiempo todo pasa, menos el centro de la ciudad que aun permanece como si pareciese un centro de campaña, como una prolongación de una gran terminal de ómnibus y escaleras que suben y bajan para ver las vidrieras. Una ciudad al estilo de la época de los militares y una iglesia y una escuela que en nada se parece a la antigua, que fue derrumbada junto con todas las casas antes de que el agua las tape.
Hermosa ciudad para visitar, recorrer y conocer. Lejos de todo amontonamiento, escándalos de artistas, inseguridad, y colas de cines pero cerca del buen humor, de la calidez de la gente y las puertas abiertas.
Cada tanto, el agua trata de devolver lo que se llevo. El lago baja su caudal como en un intento de decir «aquí estoy aun y no estoy» Y se puede ver el trazado de la ciudad, parte de cimientos de algunas casas y el lugareño en su imaginación empieza a dibujar el plano catastral en su mente y llevarse algún recuerdo: un azulejo, un ladrillo, un pedazo de suelo. Un pedazo de su querencia.
Quizás si la relocalización no hubiera ocurrido, hoy no seria una ciudad termal, pero hubiese conservado sus secretos, sus historias, su plaza, su iglesia, sus voces y sus recuerdos.
fotos: @LauraSchne
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que triste. En Federacion, hay algo de eso porque la ciudad le dio la espalda al lago…ahora con las nuevas generaciones y hay construcciones nuevas es como que de a poco intentar cambiar pero el 90% de la ciudad no lo mira
En 1970, hubo un terremoto con alud en el departamento de Áncash. Un pueblo quedó totalmente sepultado, Yungay. Solamente quedaron en pie cuatro palmeras y muchos niños se salvaron porque era domingo y estaban en un circo que estaba de paso ese fin de semana. Se habían ubicado en una zona más alta del pueblo. Se fundó después Nuevo Yungay. Yo lo visité en 1994 y a pesar de que las cosas han cambiado, es inevitable sentir un nudo en la garganta. No es lo mismo que cuentas acá, pero me hizo recordar el lugar.
me arrepiento no haber sacadoa fotos de la zona de las termas y la parte nueva de la ciudad. Ha crecido muchisimo.
Qué difícil. ¿no? Empezar de nuevo y sin recuerdos a los cuales aferrarse, sin un lugar para poder decir «mira, acá vivía yo». Una cosa es perderlo todo por una fuerza de la Naturaleza, y otra por voluntad humana. A pesar de lo perdido, este lugar quedó muy acogedor.