No me gustan las zonas áridas. No me gusta no ver un río o un arroyo. No me gusta no ver pájaros volar. El silencio puede ser aterrador cuando no se escucha la naturaleza. Escuchar solo el ruido del viento me aburre. No escuchar nada me aburre. Dicen que no escuchar nada es cuando uno tiene miedo de escucharse a uno mismo.
El Valle de la luna es eso: escuchar el silencio. No saber cuando llueve, no ver una flor, solo ver rocas y montañas que forman un álbum de fotos de tres horas de recorrido y que significa visualizar la transformación de la tierra durante 5000 millones de años. En tres horas, pasan ante mi 5000 millones de almanaques como una película que se adelanta rápidamente mientras transcurro por el túnel del tiempo.
Mirar hacia todos los rincones y solo ver rocas, piedras y montañas rocosas rayadas de diversos colores. ¡Para que contar cada raya!, quizás algunas tengan 5000 millones y no me alcanzan ni los dedos ni la mente ni el tiempo para contarlas. Rocas que aparecen y que ante la imaginación a través de sus formas vemos un submarino, o un hongo gigante a punto de caer.
El Parque Provincial Ischigualasto se recorre en vehículo. Se arman caravanas de a 20 o 30 y adelante nos guía Américo que con nuestras naves espaciales vamos haciendo paradas espaciales en el tiempo. Son cinco paradas. Cada una son 1000 millones de años. Américo es quien le da vida al lugar a través de relatos geocientificos y místicos que alimenta nuestra imaginación y una necesidad de saber si hay o hubo vida en el lugar. De repente en la primer parada aparece una pareja de guanacos extraterrestes, o al menos es lo que uno quisiera imaginar. Mientras nuestro guía nos da las recomendaciones habituales de lugares como éste, Patrimonio de la Humanidad, la gente va bajando de sus naves para reunirnos en un gran circulo y asi Américo nos puede relatar como fue la transformación de la zona. Un grupito de niños, mientras se aburrían como sus padres sacaban fotos, doña Juana paseaba con su perrito quien seguramente pensaba que se iba a encontrar con alguna perrita alienigena en celo . Está permitido recorrer el parque con mascotas.
Ya la segunda parada, el «Valle Encantado» se ven miles de hectáreas de montículos pedregosos de colores. Ya para esta altura, las mujeres pensábamos donde estaba el baño, y Américo, muy perspicaz lo intuye y explica donde ir. Mas fotos y fotos del valle.
Y así nos vamos todos hacia la tercer parada: «La cancha de bochas» y damos comienzo al recorrido místico. Ya a esta altura Américo es la reencarnación de Neil Armstrong transformándose en el Buda sanjuanino. Porque si no fuera por Américo nadie entendería de que se trata el parque. Si no fuera por Américo y sus consejos, cada uno de nosotros tendría la obligación de enfrentarse a uno mismo y sentir el temor interior que todos poseemos. La cancha de bocas es ese espacio donde grandes bolas de piedra, perfectamente talladas por la erosión o la energía fueron formándose para quedarse allí. Y uno de los pocos lugares donde se ve crecer plantas, tal como la famosa»uña de gato» producto quizás de la transformación y adaptación de especies o que alguno se le cayo una semilla y fue creciendo y luego el viento la esparció. Una planta que retiene humedad y puede vivir durante mucho tiempo sin agua.
Ya a ésta altura, con el auto lleno de tierra y la boca seca y mucho hambre se ve cruzar a lo lejos un zorro. Me pregunto ¿porque un zorro allí? ¿como vive?Y siempre donde hay gente hay restos de comida. Según Américo hay pumas también. Yo le creo.
Después de la «cancha de Bochas» quedan dos paradas: la del submarino y la del hongo. Figuras que quizás en unos años tiendan a desaparecer por el castigo del viento.
¿quien hizo toda esta maravilla? Para Américo es Dios. Para mi, no lo se. Porque creo que cuando no hallamos una respuesta, le adjudicamos a Dios la creación de todo. Pobre Dios, todo lo que tuvo que laburar en 7 días para que tengamos este hermoso planeta y luego venga cientos de vehículos a circular por el Valle de la Luna descargando gases tóxicos con sus caños de escape y alguna que otra perdida de aceite del motor.
El camino de salida del parque se comienza a visualizar otro tipo de formación, una formación similar al Talampaya introduciéndonos así en el próximo lugar obligatorio para visitar. Pero eso lo contaré en otro momento.
Les dejo aquí algunas fotos del Valle de la Luna, y obviamente también de Américo, un guía sensacional!
jaja, si es verdad cuando te hablan de millones de años asusta! cada parada eran 1000 millones y el guia lo resumio en 5 dedos….senti como si mi vida era una celula de la mano nomas :(
A la vez que me parece interesantísimo, creo que me daría un poco de temor retroceder tanto en el tiempo. ¿Millones de años? Me gustaron esas formaciones rocosas que parecen columnas.