Una carta de colores en la Cuesta del Miranda

El control fitosanitario en Paganillos, provincia de La Rioja me para y me pregunta: «¿a donde se dirige?» No entendía porque me preguntaba mi destino si lo que tenia que preguntarme es si llevaba frutas. «A conocer Villa Unión» respondo. Recién salia de conocer el Parque Nacional Talampaya y me sobraban 4 horas de luz de día para recorrer.   «¿Por qué no dobla aquí y recorre la Cuesta de Miranda? No hay nada para conocer en Villa Unión. Lo único que tiene es un casino y plantaciones de vid.»

Como no me gusta recorrer un camino si antes no me cercioro que tipo de camino es, pero testaruda que soy me fui hasta Villa Unión. Es verdad, no tenia nada para ver en Villa Unión o que antes no haya visto. Villa Unión es un lugar donde van los turistas de paso para luego recorrer el Parque Talampaya y el Valle de la Luna. Tiene un correo, la plaza sin gente, sin niños jugando y llena de hojas caídas por el otoño. Sobre la ruta está el casino, gente sentada en la puerta de su casa mirando los turistas que pasan y esperando a que paren para preguntar donde queda tal o cual lugar. Y en un control policial de un sábado por la tarde sin policías, sin controles, sin nada que pedir al conductor un cartel que dice Cuesta de Miranda doble aquí. Y ahi doble a la izquierda sin saber con que me iba encontrar, excepto que un ex-presidente argentino quien hizo conocer mucho La Rioja, siempre sentí nombrar «si va a La Rioja, recorre la Cuesta del Miranda.

La palabra «cuesta» ya me da a entender que hay precipicios y cornisas, así que sin dudarlo intente probar el camino. Lo peor que podía pasar es que tenga que volver. Ruta pavimentada en gran parte del trayecto y poco a poco asoman grandes montañas de mas de 70 millones de años, de color bermellón, ni siquiera rojo, un color de furia, de vida, de presencia. Asomaban grandes cañadones, bermellón, bermellon. Decirlo dos veces pareciera que el color se siente mas. Y después de unos 20 KM termina el camino pavimentado y comienza o es que sigue, la obra en construcción.  Sábado a la tarde, los obreros trabajando contra reloj en un lugar donde el tiempo no existe. En un lugar donde hablar de millones de años es tan simple como decir una década.

Apenas 800 metros sin asfaltar es lo que queda, pero son los mas difíciles y tenebrosos de cruzar. Es un camino de una sola mano y yo trataba de recordar la regla de quien tiene prioridad de paso. Finalmente me escude en que soy mujer y tengo el paso. Claro que en una parte me dio un poco de miedo porque si venia una mujer de frente, ¿quien de las dos tenia la prioridad? Bueno, mejor deje de pensar y concentrarme en las curvitas y no mirar al costado. Hasta que finalmente una larga cola daba el paso a los que venían, para luego pasar los que estábamos esperando. No estar sola en esa espera me trajo alivio. En la espera, me relaje y miré a mi costado izquierdo y una paleta de colores entre el verde de algunos arboles que aun no se noticiaron del otoño, otros amarillos, las montañas llenas de color furia y el agua del delgadisimo río Miranda haciendo su camino entre las piedras, buscando su cauce natural y esperando alguna gran lluvia quizás o deshielo que tardará mucho en llegar.

Vaya vaya, tenia razón este ex-presidente riojano que como todo riojano le patinan las erres al hablar. El canto riojano, el modo de hablar es muy pegadizo que no es lo mismo que pegajoso. Escuchas diez minutos hablar a un riojano y te sentís una riojana mas, o mejor dicho rrriojana o algo así.

Algunos ciclistas aprovechaban las cuestas abajo para no pedalear sabiendo que a pocos metros tocaba la subida para luego hacer escala en el puente sobre el río, si el Río Miranda. Es que la Cuesta de Miranda es todo sobre el río  y como este pequeño oasis es alimentado por este.

Todos paran en el puente, a contemplar, a llenarse de energía, a respirar un aire entremezclado entre humedad, verde, montaña y hierro que es el color que le da a esta tierra.   Otros a enamorarse, tomar mate y por supuesto a sacarse fotos. Fotos de aquí, fotos de allá, fotos del río, fotos del cañadon y sobre el borde del cañadon. Tuve la suerte que el sol daba perpendicular a las montañas y el bermellón parecía fuego.

Me acorde del inspector fitosanitario. Debe haber estado pensando: y se fue por la Cuesta del Miranda nomás ya que no la vi regresar. Y así seguí. En total son unos 100 Km que luego conecta con Chilecito o se puede seguir hasta el Nevado de Famatina. Pero ya se hacia tarde y recargada de energía y con la puesta del sol fue así como una vez en la vida, le doy la razón a este ex-presidente riojano y algo bueno dijo entre tantas cosas que muchos argentinos no queremos recordar.

En conclusión, si vas a La Rioja, agendate la Cuesta del Miranda y visitala. Y sino mirá las fotos.

fotos: Laura Schneider
@lauraSchne

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2 Thoughts to “Una carta de colores en la Cuesta del Miranda”

  1. si!! menos mal que hice caso!!

  2. Felizmente hiciste caso de la recomendación, descubriste un lugar muy bonito.

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