Es más fácil saber de dónde uno viene que adivinar hacia donde uno va. Quizás porque todo está escrito o registrado, porque ya paso y fue certero, o porque la historia familiar en las largas horas de mate y café con leche de por medio siempre sale el tema de la familia. Las fechas de nacimiento y defunción, los pueblos en donde nacieron, la casa antigua que quedo abandonada o destruida, que siempre guarda algo del pasado. Pero el comprender hacia donde uno va, no es magia ni está escrito, depende de uno mismo. Cada cual forja su destino hacia donde quiere transitar. Dependemos de nosotros, pero para el pasado, dependemos de la historia. Y la historia, siempre en algún lugar está.
En las familias generalmente surge alguna acotación: “tenes los mismos ojos que tu abuelo” “tenés el mal genio de tu tía-bisabuela”. Sos intolerante como tu tío abuelo ¿Será así? Y finalmente uno quiere saber sobre esa tía-bisabuela o el pasado del abuelo o la abuela que imprimió en los genes el carácter o el genio, bueno o malo.
Conocer mi historia familiar, es algo que hago desde mis 15 años. Primero anotando en una libretita negra de mi nona de esas que se usaban para el almacén pero que nunca supe donde la guardé. Después, un pequeño árbol que había hecho mi tío Rubén. Cuando visite a mi tío abuelo Marinko pensó que estaba juntando números para la quiniela con las fechas. Y finalmente recorriendo archivos y cementerios. Adentrarse en los secretos que guarda la sangre familiar es un camino que uno emprende, pero nunca se sabe dónde termina. Comienza por uno mismo, sigue por nuestros padres y continua con nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, hermanos de tatarabuelos, sus hijos, sus primos, sus nietos los nietos de los nietos y los primos de los sobrinos de los nietos. Y sin querer se ingresa al túnel del tiempo donde comenzamos a imaginarnos historias que de algún modo recorrieron en nuestra historia familiar. Un túnel infinito, que nos lleva a no sabemos dónde y muchas veces no queremos llegar a su final.
Hoy emprendo el camino de regreso, que mis antepasados alguna vez hicieron cuando vinieron a Argentina. Vuelvo atrás en el túnel. Claro, no en barco. Yo también cargo esa luz de esperanza y de conocer donde nacieron, que cielo veían, el Adriático que se reflejaba en su piel mediterránea antes de partir, que tierras labraban, que caminos recorrían y en que puerto embarcaron a fines del siglo XIX. La luz de esperanza que ellos cargaban, claro, era de otro tipo. La mía es saber de dónde vengo.
“Krv nije voda» Algo así como “La sangre es más espesa que el agua” “La sangre no es agua”
Así que Croacia me espera, la tierra materna ¿o será que yo la espero a ella?
¡Nos vemos! Vidimo se.
hermoso viaje, disfruto las fotos a traves del facebook. y bueno mama nacida en zagreb papa nacido en karlovac, y espero viajar a croacia en algun momento. hvala
SEguramente lo vas a hacer el viaje. Y ojala pronto porque es hermoso. Saludos!
Qué lindo viaje, seguro lo pasarás muy bien.
Gracias Gaby, si!!!!